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lunes, 1 de abril de 2013

El pueblo más frío del planeta

La aldea siberiana de Oimiakón soporta temperaturas cercanas a los 68 grados bajo cero.



Kolima, el pueblo más frío del mundo
En mi recorrido diario por los contenidos más curiosos de internet, hoy quiero compartir una anotación del blog «Fronteras», en la que descubrimos los secretos del lugar habitado más frío del planeta, una pequeña aldea rusa en la que el invierno dura nueve meses.
Para llegar hasta este enclave hay que adentrarse en la región siberiana de Kolima, atravesando la solitaria y helada carretera M56. Esta vía de más de 2.000 kilómetros de largo, conocida como la «Carretera de los huesos», fue construida por miles de presos entre 1932 y 1953, muchos de los cuales fallecieron durante el trabajo y fueron sepultados bajo la calzada.
A treinta kilómetros de esta vía, en el distrito de Oimiakonski, se encuentra Oimiakón, una aldea de apenas medio millar de habitantes que ostenta el honor de ser el pueblo más frío del planeta.
En este lugar, al que en invierno sólo se puede llegar en avión, moto de nieve o vehículo todo terreno, es normal que durante los nueve meses que dura esta estación el termómetro se desplome hasta los cuarenta grados bajo cero o más allá y permanezca así las veinticuatro horas del día durante tres o cuatro meses seguidos. Por otra parte, la temperatura más alta jamás registrada en los meses de enero o febrero ha sido de 16 grados bajo cero.
La temperatura más baja registrada en Oimiakón es de 67,7 grados y corresponde al invierno de 1924. En cambio, en el escaso mes que dura el verano se han alcanzado temperaturas de hasta treinta grados.
Con estas condiciones climatológicas, la vida de sus habitantes es bastante dura. Así, los pocos vehículos que circulan por las gélidas calles del pueblo no pueden parar el motor en ningún momento o no volverían a arrancar, las clases se suspenden cuando la temperatura desciende por debajo de los cincuenta grados bajo cero y nadie lleva gafas al aire libre, ya que debido al intenso frío se pegan instantáneamente a la piel.
Además, en muchas de las casas no hay agua corriente sino bloques de hielo en la puerta y la leche se reparte también en esta forma. Del mismo modo, en la escuela se usan lápices porque la tinta de los bolígrafos llega en estado sólido.
El pueblo cuenta con una vieja pista de aterrizaje que data de la II Guerra Mundial, una fábrica de leche que se paraliza de octubre a marzo, una escuela y, desde 2007, un hotel listo para recibir a los escasos turistas que quieren visitar el lugar más frío del hemisferio norte. A diferencia de lo que ocurre con las casas de los habitantes de Oimiakón, que en su mayoría viven justo sobre el nivel de subsistencia, las diez habitaciones de este hotel cuentan con agua caliente.


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