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lunes, 5 de octubre de 2015

CONSEJOS PARA SUPERAR EL TÍPICO FASTIDIO DE LOS LUNES

El fastidio causado por los lunes es universal, y aquí te explicamos por qué sobreviene y compartimos tips para superarlo.



BUEN LUNES
Es posible que estés leyendo este artículo porque eres una de esas personas que, sin saber el motivo, el lunes se levantan de mal humor, con las pilas a media carga y tienen la sensación de que el primer día hábil de la semana es más duro que el resto. O quizá seas de aquellos a los que ya empiezan a sufrir el ánimo el domingo de tarde al pensar que al día siguiente deberán volver a trabajar o a estudiar. Puede, incluso, que te guste tu trabajo, que te sientas afortunado por tenerlo, y no entiendas por qué los lunes igual se te hacen cuesta arriba.

Seguro que ya constataste que no eres el únio al que le pasa eso. Basta poner en Twitter, Facebook o Google la palabra lunes en diferentes idiomas para encontrar un sinfín de memes alusivos a la aversión y el estado de ánimo que suscita el primer día de la semana en multitud de puntos del planeta.

La forma de expresarlo cambia, pero el sentimiento no es nuevo. La canción I don't like mondays (No me gustan los lunes), escrita por Bob Geldof, lideró la lista de éxitos del Reino Unido durante cuatro semanas en el verano de 1979, poco después de iniciar su andadura el popular Garfield, que también es conocido por aborrecer los lunes. Y el Oxford English Dictionary, que dedica una entrada a definir San Lunes como "la renuencia a empezar a trabajar los lunes como consecuencia de la borrachera del domingo", se hace eco de un artículo publicado en The Scots Magazine en abril de 1753 que ya mencionaba la ex­presión y la costumbre de muchos comerciantes y artesanos de ­tomarse el lunes como festivo.

Hoy, 262 años más tarde, los trabajos y las costumbres son otros, y dicen los responsables de recursos humanos que el lunes no es un día de excesivo absentismo laboral injustificado, pero sí una jornada en la que cuesta retomar el ritmo del trabajo por la borrachera (en sentido amplio y fundamentalmente figurado) del fin de semana. "La gente durante el fin de semana viaja o hace deporte, y muchos llegan al lunes cansados y les cuesta retomar las tareas, se les va la mitad del día en reactivarse", apunta el docente español Jorge Guada, investigador de la Escuela Superior de Negocios de la Universidad de Navarra, y coautor de un estudio sobre las causas del absentismo.

Por su parte, la psicólogoa Beatriz Pereira, del Isep Clínic Barcelona, asegura en declaraciones citadas por La Vanguardia que hay factores sociales, psicológicos y biológicos que inciden en la "crudeza" de los lunes y en la ansiedad anticipatoria que algunas personas sufren ya el domingo. "Culturalmente tenemos muy interiorizado que el fin de semana es el tiempo libre, de gratificación, y el resto de la semana, los días laborables, el tiempo de las rutinas y de las obligaciones, y ese chip mental promueve que el domingo por la tarde ya nos sintamos irritables o que hagamos comentarios del tipo 'y mañana otra vez al trabajo, qué rápido se me ha ido el fin de semana'", explica. Añade que a eso se suma que el lunes es sinónimo de estrés, de horarios, de tareas, de prisas y de incertidumbre, porque es el arranque de una semana, de reuniones y de encargos que no sabes qué te depararán. Pero, como apuntaba Guada, en la cuesta arriba de los lunes también hay razones físicas que dependen mucho de lo que se haya hecho el fin de semana.

 "Si pasas el fin de semana haciendo la compra, limpiando, preparando comidas y pendiente de los deberes de los hijos, el domingo por la tarde estarás frustrado porque no has tenido ninguna gratificación ni tiempo de ocio y es más probable que afrontes la vuelta al trabajo irritado", dice Pereira. Explica que el hecho de acostarse y levantarse más tarde los sábados y los domingos también afecta, porque altera la producción de melatonina y y el reloj biológico, que el lunes tiene que hacer un esfuerzo para reajustarse. También influye si el fin de semana se come o se bebe en exceso, "porque tendrás pesadez e insomnio y empezarás el lunes mal", resume.

A las voces de Pereira y Guada se suma la de Mati Segura, coordinadora del grupo de Bienestar en el Trabajo del Colegio de Psicología de Cataluña, quien asegura que el organismo siempre entra en crisis cuando hay un cambio de condiciones o de ambiente, "y eso nos ocurre a diario y normalmente no pasa nada o apenas lo notamos porque nos adaptamos; pero si el cambio nos dirige hacia algo que no queremos, entonces la adaptación nos cuesta y lo vivimos con angustia". Por eso considera que quienes sufren malestar los lunes lo primero que deben hacer es analizar el grado de agobio que les provoca y el motivo, porque no es lo mismo que sea una simple pereza o cansancio para retomar la actividad que sufrir ansiedad porque se acumula un exceso de estrés, porque a uno le aburre su trabajo o porque sufre un mal ambiente laboral.

"Cuando pasas del ocio a la rutina, sea después de las vacaciones, de un fin de semana o de un puente, el cambio cuesta, es normal, pero hay que analizar el grado y el por qué, porque hay personas que no es que les dé pereza volver, es que han entrado en lo que yo llamo despido interior, es decir, que se han desvinculado absolutamente de la empresa o de la función que realizan y la vuelta al trabajo los lunes se les hace tan cuesta arriba que les provoca angustia", coincide Margarita Álvarez, directora de marketing y comunicación de Adecco. Agrega que a veces la ansiedad de los lunes tiene que ver con problemas más complejos que conviene afrontar y resolver, como una mala relación con el jefe, una carga excesiva de trabajo o de responsabilidad o la falta de reconocimiento.

Pero sea cual sea la causa, dicen los expertos que el San Lunes tienen cura y que pequeños cambios en las rutinas cotidianas (véase la información de apoyo) pueden hacer más llevadero el arranque de la semana.

Claro que tampoco para todas las personas el lunes es un mal día. Hay quienes sitúan el primer día de la semana como favorito, al menos entre los laborables. "Tras el descanso del fin de semana, estás más fresco y despejado"; "como todo el mundo está arrancando la actividad semanal, te consultan e interrumpen menos"; "después del descontrol, se agradece volver a la rutina", o "la gente está más callada y es más fácil concentrarse" son algunos de sus argumentos.

La cura

Analizar los motivos. Si la angustia por retomar la actividad el lunes es alta, conviene buscar las razones, ver qué miedo o amenaza la provoca, y tratar de resolverlo. Si la razón es que a uno no le gusta su trabajo pero no puede cambiarlo, dicen los psicólogos que ayuda mucho verlo como algo temporal y un medio para hacer otras cosas que a uno sí le gustan.

Acabar bien el domingo. El primer paso para tener un buen lunes ha de darse el domingo. Evitar comilonas, no dormir la siesta, dedicar la última parte del fin de semana a un ocio tranquilo, hacer los preparativos de la semana con tiempo e irse a dormir temprano son recomendaciones destinadas a facilitar el descanso y arrancar el día siguiente sin estrés.

No anticipar problemas. La ansiedad que muchos sufren el domingo a menudo obedece a que imaginan qué les pasará o qué les van a decir en el trabajo. "La mejor receta para frenar esa angustia es decirse: '¿Ha pasado? No. Pues de nada sirve que me preocupe ahora'", dice Pereira.

Evitar las prisas. Dejar las cosas preparadas el domingo, levantarse pronto e ir al trabajo con antelación son rutinas que permiten no añadir estrés a los lunes.

Convertirlo en un día especial. El lunes será más atractivo si se programan las tareas laborales que más motivan o si se incluye en la agenda alguna actividad gratificante, sea comer con un amigo, ir al gimnasio, cenar el plato favorito, darse un capricho o estrenar algo de ropa.

Buen humor. Las emociones se contagian, así que mejor evitar comentarios del tipo "uff, estoy de lunes", "qué pena que se acabó el fin de semana...". Mejor empezar la rutina con humor.

Delegar. Si la pereza de los lunes tiene que ver con un exceso de trabajo o de responsabilidades y el estrés que esto supone, la solución será delegar tareas.


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