Los peces que viven en aguas con emisiones de dióxido de carbono (CO2) no pueden detectar el olor de sus depredadores y su probabilidad de morir es más alta.
LOS PECES CORREN RIESGO
Los peces que viven en aguas con emisiones de dióxido de carbono (CO2) no pueden detectar el olor de sus depredadores y su probabilidad de morir es cinco veces mayor, según un estudio publicado en la revista británica Nature.
Un equipo de investigadores liderado por Philip Munday, de la Universidad James Cook de Australia, estudió el comportamiento de los peces que habitan en un arrecife de coral de la costa de Papúa Nueva Guinea, en el que el CO2 procedente de la atmósfera había reducido el PH del agua de 8,14 -la media de las aguas superficiales- a 7,8.
Esa disminución del PH, que conlleva la acidificación del agua, genera una "discapacidad sensorial" en los peces, según el estudio, que no son capaces de identificar el olor de sus depredadores e incluso se sienten atraídos por él, con lo que actúan de forma "temeraria" y su riesgo de morir se multiplica por cinco.
Los peces tienen una gran capacidad olfativa, son capaces de reconocer el aroma que surge cuando un pez se come a otro y evitan las aguas en las que ha ocurrido.
Sin embargo, los peces de aguas ácidas se sienten atraídos por ese olor, que no vinculan con el riesgo. Se produce un "efecto dramático" en su comportamiento, si bien su metabolismo no se ve afectado.
Esa conducta "anormal" observada en los peces en contacto con C02 es la misma que Munday había observado en sus experimentos en el laboratorio.
La incapacidad de percibir el riesgo por parte de esos peces no ha provocado un aumento de la mortalidad, debido a que el número de peces grandes depredadores es "menor" en esas aguas contaminadas que en los arrecifes de coral puros.
Si la emisión de gases de efecto invernadero continua, la presencia de CO2 filtrado en los océanos se incrementará y los bancos de peces vivirán "un serio problema" en el futuro, "cuando la acidificación del agua se extienda debido a las emisiones", advierten los investigadores.
El Plenario del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) estima que todo el agua superficial de los océanos tendrá un PH del 7,8 en el año 2100, con lo que muchos más peces se verán afectados.
La próxima investigación del equipo liderado por Munday analizará si los peces son capaces de adaptarse a aguas más ácidas, pues estudios anteriores apuntan a que podrían aclimatarse a través de un cambio en los niveles de bicarbonato de sus tejidos. EFE
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