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sábado, 20 de abril de 2013

El niño y la televisión

La televisión es omnipresente en todas las familias ¿Se trata de un electrodoméstico más? ¿Qué efecto produce en los niños? ¿Cómo analizarlo? ¿Qué pasa con las publicidades?






Generan acciones antisociales
En la sociedad actual el medio televisivo ocupa un lugar y un tiempo privilegiado en la vida del hombre y, sobre todo de los niños; de hecho, la televisión se ha ido introduciendo poco a poco en el entorno doméstico y ha conseguido, gracias a sus tácticas persuasivas de transmitir sus contenidos, entretener y moldear la mente de los individuos y, en concreto, la de los niños más pequeños. Su poder subjetivo real emerge en gran parte de su enraizamiento en la vida individual, personal y colectiva.


Schorb y Theunert en una investigación titulada ¿Qué miras y qué piensas? plantean la necesidad de investigar sobre los efectos de la televisión tomando como referente, no los contenidos, sino el pensamiento generado de los niños y su expresión multiforme. Es por cierto el modelo que hemos aplicado al incentivar a los niños para que dibujaran los juguetes que habían visto anunciados y los juguetes reales, después de su compra. La agresividad publicitaria urge lograr que todo consumidor, sea adulto o niño se convierta en un receptor competente y lúcido de sus mensajes en lugar de blanco pasivo e indefenso de sus objetivos comerciales. En consecuencia las investigaciones por parte de los sectores relacionados con la publicidad y la televisión se han multiplicado en los últimos tiempos, si bien no siempre en la línea de poner sus resultados al servicio de un cambio en la programación, especialmente la infantil, y la adecuación y calidad de sus programas.


Por lo que, en el contexto familiar es donde se desarrolla la mayor interacción entre el niño y el televisor. El niño, al regresar de la escuela pasa muchas horas sentado frente al televisor y este factor es debido a que los padres y familiares que conviven con el niño pasan por alto que la televisión es un medio que fácilmente crea adicción en el niño. Su problema con frecuencia es que no saben lo que harían con los niños si no existiera la televisión como forma de aparcamiento de sus propios hijos.


En efecto, son muchos los niños que, tras regresar de la escuela al hogar, lo primero que hacen es encender el televisor y permanecer un buen número de horas junto a él, debido a que, son muchos los padres que permiten a los hijos permanecer ante el televisor hasta altas horas de la noche o viendo programas absolutamente desaconsejables para un niño de corta edad.


De hecho, en multitud de ocasiones, este medio es utilizado en el hogar con el fin de cumplir variadas funciones como son: compañía, premio, entretenimiento para no interrumpir las actividades de los familiares, sustituta del diálogo entre padres e hijos, compañera motivadora para que los niños se levanten pronto por las mañanas (como puede comprobarse en los esquemas expuestos acerca del consumo televisivo infantil antes de ir al colegio). Por lo que, la televisión juega un papel fundamental en el núcleo familiar, condicionando de este modo, el comportamiento y la interacción entre padres, hijos y familiares.


Tal es el grado de persuasión que toda esta información televisiva genera en la mente de los niños que, desde que se levantan todas las mañanas, independientemente de que deban asistir a sus respectivos centros educativos, como los días en que no deben acudir a tales centros, en concreto fines de semana y festivos, se hallan sentados frente al televisor, impasibles, recibiendo constantemente toda variedad de mensajes que transmite el medio televisivo. Esta franja horaria también se mantiene los fines de semana; así la mayoría de las cadenas de televisión emiten programación infantil en un horario comprendido desde las seis hasta las once o doce del mediodía.


En un comunicado de estudio elaborado por alumnos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala que la permanente difusión de conductas violentas en televisión propicia pensamientos, emociones y acciones antisociales de los niños, las cuales ejercen en el ámbito escolar, donde descargan sus emociones de intolerancia, odio, enojo y discriminación.
Solís Leere, especialista en medios de comunicación, indicó que aunque los padres prefieren "mantener bajo buen resguardo" a sus hijos y lejos de la violencia, están acompañados por unos medios que de manera "simulada", a través del entretenimiento, van formando los valores y patrones de una relación violenta como mecanismo para la vida en común, para el éxito, para superar obstáculos.
Alejandro Aréchiga Janet, investigador de la UAM Xochimilco, quien examinó los videojuegos como propaganda de guerra, aseguró que la violencia en éstos es patente y se presenta como única respuesta posible frente al peligro.
Se ignoran –dice– los sentimientos, se distorsionan las reglas sociales, se estimula una mirada discriminatoria y se alienta una visión caótica del mundo, y sin ella los videojuegos se vuelven aburridos y monótonos, por lo que siempre debe existir en ellos la violencia.
Al respecto, Teresa Farfán Cabrera, del Departamento de Política y Cultura de esa unidad académica, destacó que "la siniestra apertura de la sociedad, que promueve la globalización, es la principal causa de la injusticia existente, e indirectamente del conflicto y la violencia".
Agregó que las ciudades se han convertido en fuentes de amenazas y violencia, donde el miedo es el "mensaje a distribuir". Es así –aseguró– como surge la economía de la violencia y la inseguridad, la cual adquiere un nuevo significado, dependiendo de la posición que cada quien ocupe, pero todos tratan de asegurar sus bienes y a sí mismos ante este fenómeno.
En muchos hogares, la televisión forma parte del lenguaje cotidiano y contribuye, directamente, a construir la realidad que el niño desarrolla en el tiempo y bajo ciertas condiciones sociales. Este proceso de construcción social de la realidad es fruto de la interacción y supone plantear una cierta noción de competencia, que se define en el niño como una forma de conocimiento mediático.

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