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martes, 31 de diciembre de 2013

Leer narrativa cambia nuestro cerebro, afirma estudio

Leer novelas produce cambios concretos y positivos en el cerebro, revela un estudio realizado en EEUU.


QUE VIVA LA FICCIÓN

Todo lector asiduo es capaz de nombrar al menos un par de libros que hayan tenido una influencia relevante en su vida. Ahora, científicos de la Universidad de Emory, Atlanta, comprobaron que la lectura de narrativa produce cambios mensurables en el cerebro de los lectores.

Los investigadores utilizaron escáneres de resonancia magnética funcional para identificar las redes del cerebro asociadas con la lectura de relatos y constataron que la lectura de una novela producía cambios, y que los mismos persistían varios días después de la lectura
El objetivo del estudio, consigna MailOnline, era desentrañar el misterioso modo en qué las historias "penetran" en el cerebro, así como rastrear efectos persistentes de la lectura en dicha zona de nuestra anatomía.


Los autores del estudio aseguran que la lectura de una novela puede causar cambios en el "estado de reposo" del cerebro, y los mismos pueden durar varios días.
"Las historias dan forma a nuestras vidas y en algunos casos ayudan a definirnos como personas", explica Gregory Berns, autor principal del estudio. "Queríamos entender cómo las historias se meten en el cerebro y lo que hacen con él" explica.



El estudio, publicado en la revista Brain Conectivity, empleó el ya mencionado sistema de resonancias para examinar las redes del cerebro involucradas con la lectura de narrativa.
Doce alumnos participaron en el experimento, que se llevó a cabo durante 19 días consecutivos, periodo durante el que todos leyeron la misma novela: Pompeya, un thriller de Robert Harris, que se basa en la erupción del Vesubio en la antigua Italia.


La obra fue seleccionada por su estilo ameno y directo. El protagonista del relato se encuentra fuera de Pompeya cuando advierte señales de la inminente erupción, lo que lo obliga a redoblar esfuerzos por volver a la ciudad y salvar a la mujer que ama.

"Era importante para nosotros elegir un libro con una línea narrativa bien marcada", indica Berns.

La mayoría de los estudios similares se habían centrado en analizar con escáneres los procesos cognitivos que trabajaban durante la lectura. Lo novedoso de la presente investigación consiste en que se analizaron los efectos de la lectura en lo posterior.

Los cerebros de los estudiantes fueron escaneados en un estado de reposo cada mañana durante los primeros cinco días del experimento, periodo donde no tenían que leer nada. Luego se les hizo leer nueve capítulos del libro, a razón de uno por noche. Cada capítulo tenía una extensión aproximada de 30 páginas.

A la mañana siguiente a cada noche de lectura, los voluntarios visitaban el laboratorio para someterse a una exploración de resonancia magnética funcional. Previamente, los investigadores les hacían completar un formulario para asegurarse de que efectivamente habían leído el capítulo asignado.

Después de completar las nueve noches de lectura, los participantes fueron escaneados durante cinco mañanas más en un estado de reposo.

Los resultados mostraron una conectividad mayor en la corteza temporal izquierda - un área del cerebro que está asociada con la receptividad para el lenguaje - en las mañanas posteriores a las sesiones de lectura.


"A pesar de que los participantes no estaban leyendo la novela mientras sus cerebros eran escaneados, conservaron esta conectividad aumentada", refiere Berns.

"Llamamos a esto una ‘actividad sombra, casi como una memoria muscular", añadió.

Además, durante las mañanas posteriores a la lectura se registró mayor actividad en el surco central, área del cerebro considerada como el motor sensorial primario.

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