Autos japoneses incorporan una bella “copiloto virtual” que dialoga con el conductor y le ayuda a resolver problemas en el tránsito.
EN BUENA COMPAÑÍA
Para no tener que tocar más que el volante y evitar dar vueltas o recorrer diez estacionamientos antes de encontrar sitio, los japoneses inventaron un copiloto que contesta a las preguntas y las resuelve mediante un sistema de radionavegación.
Esta señorita, dócil, servicial y que nunca se enfada, se contonea en la pantalla de un smartphone instalado en el tablero de un coche del salón del automóvil Tokyo Motor Show, que se clausura el domingo.
El conductor, en este caso un ingeniero de la compañía Fujitsu Ten, habla con ella:
- "¿No habrá un estacionamiento en los alrededores?"
- "Sí, hay incluso 20. El más cercano se encuentra a 300 metros, pero no queda sitio", le responde ella.
- "¡Encuéntrame uno en el que haya sitio!", dice impaciente el conductor.
- "¡Tengo 10, uno a 500 metros!", se apresura a responderle.
- "¡Muy bien, pues allá vamos!", exclama aliviado el automovilista.
La señorita transmite entonces los datos de la dirección, a través de una conexión sin cable, a un sistema de radionavegación que toma el relevo para guiar el vehículo.
Todo se hace a través de la voz, como si fuera una conversación normal. Esta es la principal ventaja del sistema, que recibe mucha información mediante una red celular de telecomunicaciones.
Pero ¿por qué motivo se contonea la figura? "Porque es más humano y agradable hablar con una chica guapa que con un smartphone austero", contesta el ingeniero de Fujitsu Ten.
Siguiendo esta lógica, Denso, una compañía nipona afiliada al principal constructor mundial, el japonés Toyota, creó el robot "Hana".
Siguiendo esta lógica, Denso, una compañía nipona afiliada al principal constructor mundial, el japonés Toyota, creó el robot "Hana".
Hana es una especie de marioneta androide que se sienta en el tablero del auto y conversa con el automovilista como un pasajero más, con la salvedad de que tiene en cuenta informaciones electrónicas que recibe del coche.
A modo de ejemplo, si el conductor tiene un ritmo cardíaco demasiado alto, supera la velocidad máxima o se despista, Hana se lo comunicará. También le dirá si hay un semáforo rojo a unos metros de distancia o si llega un coche por la izquierda en el cruce.
Y a la abuelita que conversa con esta criatura en un simulador parece gustarle la experiencia. Nissan ya había presentado un concepto similar hace unos años y a los japoneses les gusta este tipo de inventos.
Queda camino por recorrer para pasar de la diversión a la eficacia
Personificados o no, los sistemas de reconocimiento y sintetizadores vocales para los coches existen desde hace años, pero todavía no se consiguió ponerlos a punto.
Por eso los constructores, los proveedores de equipamientos como Denso, Clarion o Pioneer, y los operadores de telecomunicaciones siguen trabajando sobre ello, a veces en asociación con gigantes informáticos o de internet como Google.
Una de las dificultades de estos dispositivos es que en lo ideal deberían entender a personas con voces distintas sin un aprendizaje previo y descifrar una cantidad importante de palabras sin que nadie tenga que levantar la voz.
Los sistemas más sencillos no llegan a esta sofisticación: entienden a una sola persona tras haber estudiado previamente su voz, con un vocabulario amplio, o bien a varias, pero en ese caso el número de palabras es muy reducido.
Los inventores insisten en la importancia de que el uso de esta tecnología suponga una ventaja con respecto a pulsar botones o leer en una pantalla. Si el conductor tiene que repetir tres o cuatro veces una frase para que lo entiendan, renunciará a hacerlo, explican.
En la práctica, estos inventos simplifican la conducción.
"Actualmente, los vehículos se desplazan gracias a un conductor que maneja un volante y presiona pedales, pero en el futuro irán solos a donde se les diga, tomando en consideración el estado de las carreteras y del tráfico gracias a la combinación de información obtenida por sensores y otras tecnologías electrónicas", predice en un artículo científico el investigador Teruhisa Tsujino.
AFP
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