En los últimos años, algunas zonas del planeta (Japón, Chile o Sumatra) han sufrido grandes terremotos que han rozado los 9 puntos de la escala Richter, algo que ha hecho circular la teoría que esta elevada actividad sísmica (y de elevada magnitud) se sale de las estadísticas de lo habitual y que todos estos terremotos estarían relacionados entre sí.
desastres naturales que no se pueden controlar
Para intentar arrojar algo de luz y verificar si, realmente, la actividad sísmica había cambiado, un par de científicos decidió revisar los datos desde 1900 a 2011 del Servicio Geológico de Estados Unidos en un estudio que ha dado como resultado que el riesgo de sufrir un terremoto de grandes dimensiones no ha aumentado en los últimos años ni tampoco creen que se pueda predecir cuándo o dónde se producirá alguno.
En su estudio, Peter M. Shearera y Philip B. Starkb estuvieron revisando los registros de los terremotos con una magnitud superior a 7 de los últimos 111 años de los que comenzaron a eliminar las posibles réplicas provocadas por estos grandes terremotos (para ello consideraron que terremotos más pequeños dentro de los 3 años siguientes y en un radio de 1.000 km podrían ser réplicas y se eliminaron del estudio). ¿Y por qué aplicaron esta simplificación y no otra? Según los autores, si de verdad la actividad sísmica estaba aumentando, las agrupaciones locales de temblores no debían influir en el análisis.
Según los resultados del estudio, que estaba basado en datos históricos, el terremoto medio se sitúa en una magnitud de 7, es decir, que hay muchos terremotos superiores a 8 que hacen que la media global suba al nivel de 7. De hecho, después de analizar 100.000 registros para hacerse una imagen estadística de la agrupación de terremotos (el terremoto y sus réplicas), todos los terremotos con magnitudes superiores a 8 presentaban, en un 85% de los casos, réplicas similares a las que estamos observando en los últimos 7 años y, elevando el nivel a 8,5, el 97% de los casos coincidía también con el mismo patrón observado en los últimos terremotos sufridos.
¿Y es posible predecir dónde se producirá el siguiente gran terremoto? Según este estudio, los investigadores no lo ven tan simple puesto que la distribución de los terremotos responde a un proceso que se rige por una distribución de Poisson, es decir, un proceso aleatorio.
En términos generales, según este estudio, los terremotos no están relacionados entre sí más allá de los terremotos y sus réplicas (aunque fueron eliminados del estudio), pero no sería posible que el terremoto de Chile estuviese relacionado con el terremoto de Japón, de hecho, para los autores es un proceso tan difícil de controlar que sería imposible conocer un mecanismo que permitiese originar terremotos.
El análisis realizado es bastante curioso y está bastante bien fundamentado (si aceptamos la simplificación del problema con la eliminación de las réplicas de zonas en las que se haya dado un terremoto). Aún así, aunque los resultados no indiquen relación alguna, los datos registrados son de 1900 en adelante, es decir, que los datos son de los últimos 111 años y, en el hipotético caso que la periodicididad sea mucho mayor, se habría quedado fuera de ser registrado.
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