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lunes, 10 de diciembre de 2012

PREMIO NOBEL DE FÍSICA HABLÓ DEL “ORDENADOR CUÁNTICO” Y DEL FUTURO DE LA HUMANIDAD


Serge Haroche, premio Nobel de Física 2012, dijo estar entre esperanzado y escéptico ante la posibilidad de lograr un “ordenador cuántico”.


¿Cuántico cuesta?
El premio Nobel de física 2012, Serge Haroche, cree que no es seguro que un día haya ordenadores cuánticos, pues aunque en el plano teórico "deben funcionar" aún hay obstáculos tecnológicos "muy difíciles de superar". "La ciencia "es así, no se puede predecir exactamente lo que pasará".

La Real Academia de Ciencias otorgó el Nobel de Física a Haroche y al estadounidense David J. Wineland por desarrollar "métodos revolucionarios para medir y manipular partículas individuales preservando su naturaleza cuántica mecánica de un modo que antes se creía que era inalcanzable", lo que supone los pasos preliminares hacia la creación de un nuevo tipo de ordenadores.

Haroche, en una entrevista con Efe, se mostró esperanzado y escéptico, a partes casi iguales, sobre "el sueño del ordenador cuántico", que permitirá realizar operaciones imposibles con los actuales.

Aunque en el plano teórico este ordenador "debe funcionar hay obstáculos tecnológicos que son muy difíciles de superar", por lo que "no es seguro que un día podamos disponer" de un aparato de ese tipo, señaló el físico francés, de origen marroquí.
Haroche y Wineland han realizado sus investigaciones por separado y en el caso del estadounidense le han llevado a la construcción de prototipos de relojes cuánticos extremadamente precisos, por lo que si sigue en esa dirección "estos relojes serán una realidad".
El físico de 68 años, es un experto en el mundo de la física cuántica pero también opina sobre el humano, donde la crisis económica está suponiendo, en muchos lugares, el recorte de los presupuestos destinados a la ciencia, lo que considera un problema "dramático".

La Humanidad va a tener que afrontar retos como el calentamiento global, problemas de salud o energéticos que, aseguró, "solo podrán ser resueltos por la ciencia".
Por ello, recortar los presupuestos de investigación por motivos económicos "es una visión a corto plazo" que, según Haroche, no funciona.

"El gran problema es que la política es una actividad humana a corto plazo, mientras que la investigación lo es a largo. Las democracias deben resolver este dilema si queremos evitar situaciones graves", advirtió el premiado.
Tanto Haroche como Wineland han abierto una nueva era en la física cuántica al ser capaz de observar y manipular partículas cuánticas sin destruirlas, que era lo que pasaba hasta ahora, "por lo que no se podía actuar sobre ellas".
De esta manera "podemos observar las leyes de la física cuántica de manera directa", que tiene una lógica "a la que no estamos acostumbrados en el mundo macroscópico que nos rodea".
Y es que, si el Nobel de Física miró el año pasado hacia el infinito, al premiar a tres astrónomos estadounidenses por sus estudios sobre la expansión acelerada del Universo, en esta ocasión ha vuelto su mirada a lo infinitamente pequeño.

El mundo cuántico es un universo fascinante, cuyas leyes son "antiintuitivas", explicó. Por ejemplo una partícula puede estar en dos sitios a la vez simultáneamente o en dos estados diferentes de energía a la vez, propiedades que en mundo macroscópico, en el que vivimos, "están escondidas".

Haroche, casado y con dos hijos, trabaja en College de France, en el centro de Estudios de París, donde su área principal de investigación ha sido en el ámbito de la óptico cuántica y las ciencias de la información cuántica.
El físico dijo que aunque él y Wineland han sido los seleccionados por el comité de los Nobel, en realidad representan "un campo de investigación que se está desarrollando mucho en el mundo y hay otros grupos que trabajan en direcciones análogas ya sea con los átomos o con los fotones".

Para el científico "uno de los grandes problemas" a los que se enfrenta la física es la frontera entre el terreno microscópico, donde se ven esos extraños efectos cuánticos y el macroscópico donde desaparecen.

"Es una frontera poco conocida y, como todas las fronteras en ciencia, tenemos ganas de explorarla (...) por simple curiosidad. Tenemos necesidad de conocer mejor el mundo y la experiencia nos demuestra que eso siempre lleva, antes o después, a aplicaciones prácticas".


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