Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han probado con rinocerontes africanos un sistema de vigilancia basado en aviones no tripulados que servirá para estudiar animales en peligro de extinción.
RINOCERONTES CONTROLADOS
Durante la investigación, los científicos utilizaron estos aviones con tres fines: controlar a la población de rinocerontes de la zona, vigilar a las personas que se acercaban a ellos y monitorizar las vallas por las que los furtivos entran al parque.
“Las naves, de menos de dos metros de envergadura y poco peso, son de fácil manejo y sólo necesitan una pequeña zona libre de vegetación para despegar y aterrizar, con lo que su despliegue puede ser casi inmediato”, ha explicado a Efe, Margarita Mulero-Pázmány, investigadora de la Estación Biológica de Doñana del CSIC.
Además, son aparatos con un coste económico “bastante razonable” y que, al ser eléctricos, pueden ser utilizados sin molestar a la fauna local y sin que los furtivos los detecten.
Para el estudio, estos aviones, que tienen una autonomía de vuelo de cuarenta minutos y un rango de trabajo de 15 kilómetros, fueron equipados con cámaras fotográficas y vídeos en alta resolución, y una cámara de vídeo de infrarrojos para grabaciones nocturnas.
“Observamos que la cámara nocturna funcionaba mejor cuanto mayor era el contraste térmico, es decir, cuanto más avanzada estaba la noche y más calor había perdido el terreno, mientras que, por el día, el mejor momento para la observación era a primera hora de la mañana; a partir del mediodía, las sobras dificultaban el trabajo”.
“También vimos que hay otro tipo de factores que afectan a la eficacia del sistema, como la vegetación, o la altura del vuelo”, aspectos que servirán para mejorar el uso de estos aviones en el futuro, destaca la investigadora.
El trabajo demuestra que los aviones no tripulados pueden ser una “herramienta útil para vigilar las áreas inaccesibles por su tipo de vegetación y a las que los guardas no llegan, pero también como arma disuasoria para los furtivos, y como herramienta para la observación y el estudio de las poblaciones de animales amenazados como los rinocerontes”, explica Mulero-Pázmány.
Para realizar este estudio, los investigadores escogieron Sudáfrica, un país que cuenta con el 83 por ciento de la población mundial de rinocerontes y con el mayor índice de caza furtiva también (casi mil individuos muertos en 2013).
El furtivismo es la principal amenaza para los dos tipos de rinoceronte que hay en África: el rinoceronte blanco (Ceratotherium simum) y el negro (Diceros bicornis), clasificados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como casi amenazado el primero, y en peligro crítico el segundo.
Ambas especies estuvieron al borde de la extinción durante la década de los noventa debido a la caza masiva.
“El uso de sus cuernos como medicina tradicional en los países asiáticos es la principal causa de la caza furtiva”
La alta demanda y la naturaleza ilegal de su comercio, hace que los precios que alcanzan en el mercado negro sean muy elevados, “lo cual constituye una tentación para los sectores más desfavorecidos de la población que pueden obtener por un cuerno el equivalente a varios años de salario”, añade Mulero-Pázmány.
El trabajo se desarrolló en colaboración con el Center for Wildlife Management de la Universidad de Pretoria y el Council for Scientific and Industrial Research de Sudáfrica. EFE
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