Hoy día Chile utiliza sus bases antárticas como plataforma para desarrollar la investigación polar, especialmente en lugares que encierran un gran interés científico.
CHILE CRECE
El apoyo de las fuerzas armadas de Chile está impulsando el desarrollo de la ciencia antártica de este país, según destacan los investigadores que integran la expedición que estos días trabaja en el remoto Glaciar Unión, un inhóspito paraje situado a mil kilómetros del polo Sur.
"Gracias a esta mezcla cívico-militar que hemos logrado hacer en Chile hemos logrado construir una ciencia poderosa y bien vista a nivel mundial", subrayó el investigador del Instituto Antártico (INACH) Jorge Gallardo.??Chile empezó a instalar bases navales en el territorio antártico en 1947 para apoyar su aspiración soberanista, pero con el transcurrir de los años se han ido transformando en instalaciones científicas que en muchos casos comparten el mismo espacio que los recintos militares.
La primera expedición antártica chilena puso rumbo a las islas Shetland del Sur hace ahora casi siete décadas con el objetivo de recabar información geológica, de la flora y fauna y de la geografía de un territorio que por entonces comenzaba a descubrirse.
Hoy día Chile utiliza sus bases antárticas como plataforma para desarrollar la investigación polar, especialmente en lugares que encierran un gran interés científico.
Las instalaciones más importantes son las bases "Profesor Julio Escudero" y "Guillermo Mann", ambas del Instituto Antártico Chileno (INACH); "Arturo Prat" (de la Armada), "General Bernardo O'Higgins" (del Ejército) y "Gabriel González Videla" (de la Fuerza Aérea).
Pero también apoyan a los investigadores en las expediciones a los lugares más recónditos del continente blanco, como el Glaciar Unión, un gélido e inhóspito paraje situado a 79 grados de latitud sur, a 1.080 kilómetros del Polo Sur, que encierra un extraordinario valor para la ciencia.
Organizar una misión científica al Glaciar Unión es una tarea de gran envergadura que pone de manifiesto el avance de la ciencia antártica chilena, a la altura de potencias expedicionarias como China, Gran Bretaña y Estados Unidos.
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