Tras cumplir su misión primaria, el módulo Philae, primer aparato enviado por el ser humano que aterriza sobre un cometa, entró en estado de reposo por falta de batería, un letargo del que solo podrá despertar si sus placas vuelven a recibir los rayos solares.
UN RATO A DESCANSAR
Con esa esperanza, antes de que Philae cayese exhausto, el cuerpo del robot -del tamaño de una lavadora- se elevó unos cuatro centímetros y se rotó unos 35 grados, para conseguir atrapar más irradiación solar.
El último contacto de buena calidad entre Philae y Rosetta se produjo desde las 22.19 GMT del viernes hasta las 00.36 GMT del sábado, tras lo cual poco a poco el robot se fue quedando sin energía. En la tarde del miércoles, Philae había conseguido aterrizar sobre el cometa, aunque su sistema de arpones para anclarse en la superficie no funcionó.
Pese a todo, comenzó a enviar imágenes en alta resolución a la Rosetta de los alrededores del lugar donde se había posado. Según la ESA, las imágenes del descenso de Philae hacia el asteroide mostraron que la superficie estaba cubierta de polvo y escombros, pero las panorámicas ya enseñaron paredes de materiales aparentemente más duros, de los que ahora mismo se está investigando si el robot pudo tomar muestras.
"Todavía esperamos que en una etapa posterior de la misión, tal vez cuando estemos más cerca del sol, podamos tener suficiente luz solar para despertar a la sonda y restablecer la comunicación", consideró Ulamec. El trabajo para la sonda Rosetta, sin embargo, está lejos de terminar, pese a que Philae por ahora no vuelva a enviarle datos. Continuará girando en torno al cometa con una órbita de 30 kilómetros hasta el próximo 6 de diciembre, cuando la órbita será de nuevo de 20 kilómetros.
En ese tiempo, y hasta que se produzca el momento de mayor cercanía con el Sol, el próximo 13 de agosto, seguirá estudiando el 67P/Churyumov-Gerasimenko para proveer más información sobre estos cuerpos volátiles y hasta ahora bastante desconocidos. EFE
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