Howard Gardner consigue hacer un estudio y acuñar el concepto rompiendo con varias nociones universales: en primer lugar con el concepto de inteligencia única, que estaba ligado a la brillantez académica, para proponer varias inteligencias en varios campos. Y en segundo lugar, define la inteligencia como una capacidad, por lo tanto, deja de ser algo innato y fijo.
Gardner agrupó está variedad de capacidades en siete inteligencias:
- Inteligencia lingüística: la capacidad para usar palabras de manera efectiva, sea en forma oral o de manera escrita. Esta inteligencia incluye la habilidad para manipular la sintaxis o significados del lenguaje o usos prácticos del lenguaje. Algunos usos incluyen la retórica (usar el lenguaje para convencer a otros de tomar un determinado curso de acción), la mnemónica (usar el lenguaje para recordar información), la explicación (usar el lenguaje para informar) y el metalenguaje (usar el lenguaje para hablar del lenguaje).
- La inteligencia lógico matemática: la capacidad para usar los números de manera efectiva y razonar adecuadamente. Esta inteligencia incluye la sensibilidad a los esquemas y relaciones lógicas, las afirmaciones y las proposiciones (si-entonces, causa-efecto), las funciones y las abstracciones. Los tipos de procesos que se usan al servicio de esta inteligencia incluyen: la categorización, la clasificación, la inferencia, la generalización, el cálculo y la demostración de la hipótesis.
- La inteligencia corporal-kinética: la capacidad para usar todo el cuerpo para expresar ideas y sentimientos (por ejemplo un actor, un mimo, un atleta, un bailarín) y la facilidad en el uso de las propias manos para producir o transformar cosas (por ejemplo un artesano, escultor, mecánico, cirujano). Esta inteligencia incluye habilidades físicas como la coordinación, el equilibrio, la destreza, la fuerza, la flexibilidad y la velocidad, así como las capacidades auto perceptivas, las táctiles y la percepción de medidas y volúmenes.
- La inteligencia espacial: la habilidad para percibir de manera exacta el mundo visual-espacial (por ejemplo un cazador, explorador, guía) y de ejecutar transformaciones sobre esas percepciones (por ejemplo un decorador de interiores, arquitecto, artista, inventor). Esta inteligencia incluye la sensibilidad al color, la línea, la forma, el espacio y las relaciones que existen entre estos elementos. Incluye la capacidad de visualizar, de representar de manera gráfica ideas visuales o espaciales.
- La inteligencia musical: la capacidad de percibir (por ejemplo un aficionado a la música), discriminar (como un crítico musical), transformar ( un compositor) y expresar (una persona que toca un instrumento) las formas musicales. Esta inteligencia incluye la sensibilidad al ritmo, el tono, la melodía, el timbre o el color tonal de una pieza musical.
- La inteligencia interpersonal: la capacidad de percibir y establecer distinciones en los estados de ánimo, las intenciones, las motivaciones, y los sentimientos de otras personas. Esto puede incluir la sensibilidad a las expresiones faciales, la voz y los gestos, la capacidad para discriminar entre diferentes clases de señales interpersonales y la habilidad para responder de manera efectiva a estas señales en la práctica.
- La inteligencia intrapersonal: el conocimiento de sí mismo y la habilidad para adaptar las propias maneras de actuar a partir de ese conocimiento. Esta inteligencia incluye tener una imagen precisa de uno mismo (los propios poderes y limitaciones), tener conciencia de los estados de ánimo interiores, las intenciones, las motivaciones, los temperamentos y los deseos, y la capacidad para la autodisciplina, la auto-comprensión y la autoestima.
Esta propuesta nos provoca una nueva visión de la escuela y el alumnado que se ha visto ampliada por el trabajo de otros investigadores que han sumado algunas inteligencias más que aportan nuevos matices.
En 1995, Daniel Goleman popularizó el término “Inteligencia Emocional” aunque este ya había antes en otros textos. La define como la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. La organiza entorno a cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones.
Además, después ha introducido el concepto de Inteligencia Social mediante un estudio neurocientífico de cerebros en interacción social. Hace referencia a la importancia del impacto de nuestras relaciones sociales en nuestra vida, en nuestra biología y en nuestra salud. Propone 8 habilidades a desarrollar cimentadas en dos presunciones esenciales: la Conciencia Social y la Aptitud Social. La Conciencia Social vendría a ser el cúmulo de sentimientos que tenemos hacia los demás derivados de la capacidad cerebral que nos permite ser empáticos, y que estaría compuesta por lo que Goleman define como la empatía primordial, la sintonía, la exactitud empática y la cognición social. Y por otro lado, la Aptitud Social vendría determinada por lo que hacemos con esa conciencia social, es decir, nuestro comportamiento relacional y que estaría determinado por la sincronía, la presentación de uno mismo, la influencia y el interés por los demás.
La relación intrageneracional: vínculos y complejidades que se manejan entre una generación y la siguiente (entre padres e hijos). La relación intergeneracional, es decir, la que sustenta las peculiaridades entre los iguales dentro de una misma generación, y su influencia en el contexto educativo y social. Y ella propone la Inteligencia transgeneracional, que es la red social que vincula a las diversas generaciones entre sí (por ejemplo entre abuelos y nietos).
Se ha descubierto que “la información y las emociones del pasado remoto se transmiten como parte del patrimonio familiar, comunitario, social o cultural” como dicen Bert Hellinger y Angélica Olvera en su libro. Educar en la Inteligencia transgeneracional significa incrementar la competencia y el talento para resolver los problemas inherentes a la propia historia o las dinámicas histórico-genealógicas que se han ido heredando con el paso de los años.
Observando esta multiplicidad de inteligencias no podemos seguir mirando a la educación como un proceso cognitivo y unificado para todos. La multiplicidad del ser es inmensa y es el momento de educar potenciando las individualidades de cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario